El pasado jueves 3 de septiembre se llevó a cabo el I encuentro de Feminisimos en Debate al cual invitamos a Leticia Lorenzo -abogada, jueza en Zapala (Neuquén) y docente universitaria- para sumar a un campo en el cual transmitió ideas contundentes y muy claras, las cuales luego de escucharlas llevaron a nuevas reflexiones sobre la necesidad de una transformación de la justicia con lentes de igualdad y los Derechos Humanos.
Por Jacqueline.Paul
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Leticia Lorenzo |
En principio es pertinente dejar al lector en claro la postura tomada en este escrito sobre
una Justicia atravesada de desigualdades devenidas de sociedades patriarcales, las cuales
oprimen a todo aquel, palabras de la Dra. Lorenzo, que no es “varón blanco heterosexual
y con patrimonio”, quedamos en pie de desventaja (dicho de manera suave si se quiere)
los que no cumplimos con ciertos estereotipos, entre los cuales no estamos las mujeres
solamente, sino que la cuestión que quiero traer a este punto es que la justicia emanada
de patriarcas oprime mujeres, disidencias y hombres, los cuales a su vez cumplen con la
gran dificultad frente a la justicia de ser pobres.
La pregunta disparadora puede ser: ¿Qué pasa con aquellos que no tienen patrimonio? Las mujeres pobres son odiadas, al igual que los hombres pobres, la pena en un principio surgió como una respuesta frente a personas que no tenían bienes para poder reparar y la única forma de “pagar” era entregar su fuerza de trabajo, actividad. De esto de desprende que en sí, la pena no fue pensada como de utilidad para la sociedad, tiene un tinte sancionatorio y vengativo, pero no en miras de dar respuestas satisfactorias a la ciudadanía en su conjunto.
La finalidad de la pena en la actualidad, en opinión personal, es muy discutida y parece no estar clara, la sociedad pide penas “más altas”, pero ¿Para qué? Es comprobado que tan extremo del punitivismo no ha tenido consecuencias que persigan un efectivo reincertamiento de la persona privada de su libertad a la sociedad. Creo que dicho clamor además de estar basado en un desconocimiento, también tiene un trasfondo de rencor, y odio; esta manera de resolver conflictos basados en violencias clasistas y sexistas no han nacido por arte de magia en la sociedad en conjunto, sino que es producto de resoluciones
anteriores que sientan bases y naturalizan actos aberrantes de odio racial, de genero y
clasista.
En palabras de Adela Cortina: “En el mundo del intercambio, los pobres provocan un
sentimiento de rechazo porque sólo plantean problemas a quienes en realidad lo que
desean es ayuda para prosperar, suscitan desprecio cuando se les contempla desde una
posición de superioridad, miedo cuando generan inseguridad y, en el mejor de los casos,
impaciencia por librarse de ellos, impaciencia del corazón”. La responsabilidad
ciudadana es la creación de instituciones políticas, educativas y culturales que puedan dar
respuestas y eliminar los discursos de odio a los pobres que llevan a las acusaciones por
delitos que no cometieron en instancia judicial y que los termina matando socialmente,
excluyéndolos y sancionándolos o con el encierro o la muerte, o ambas.
Este anclaje tiene que ver con la concepción patriarcal de donde surgen los poderes
judiciales actuales. La justicia, el estado y normas de derecho han sido creadas para el
varón burgués, por lo cual, reiterando lo dicho anteriormente, todos los que estemos fuera
de estas características sufriremos situaciones de opresión generadoras de desigualdad.
Teniendo ahora en claro las violencias que se ejercen, indignándonos a extremo por esto
y siendo victimas de tal sistema opresor, la pregunta es: ¿Qué respuestas puede dar el sistema penal?
Durante la charla, la Dra. Leticia Lorenzo dijo que lo necesario es dejar de poner “parches”
a este sistema que claramente no sirve.
La reforma judicial que es urgente, es aquella que interviene de manera activa y
transformadora en el sistema penal y de justicia. Se necesitan respuestas efectivas frente
a conflictos que son reales, dándole un lugar primordial a la resolución de conflictos,
situación en la cual podamos darnos cuenta “la tragedia detrás de la situación” y hallar la
solución que la resuelva, acabe, o atenúe, pero que de ningún modo la agudice. ¿Por qué
digo esto? Las mujeres que deciden denunciar un caso de violencia de genero no
encuentran una solución a su tragedia, muchos casos agudizan su situación actual,
encontrándose frente a mas peligros y miedos acudiendo a la Justicia. Esto es impensable
en un sistema que debe dar cuidado, contención, protección y seguimiento a las víctimas,
y en su lugar, las deja solas y expuestas aun a mas peligros; siendo casos extremos donde las mujeres no logran justicia por morir en el camino. En esta ultima oración me he
adelantado a la siguiente pregunta llevada a cabo en el encuentro.
¿Que implica dentro de estas lógicas excluyentes y aporofóbicas realizar una
denuncia por violencia de género o ser imputada siendo mujer?
Hablamos en este momento de la justicia del tramite y la justicia de cuidado. Las mujeres
y disidencias frente a una denuncia se encuentran en un tramite interminable, y como
dicho anteriormente, en su mayor parte las termina exponiendo a peligros inminentes.
El suicidio de Cristina Vázquez, es un claro ejemplo trágico de lo que vengo
exponiendo, una mujer que corrió con la “desgracia” de no cumplir con los estereotipos
de una justicia patriarcal y clasista, llevo a cabo el pecado de ser mujer, pobre y fumar
marihuana y sin tener pruebas del hecho la condenaron siendo inocente. Pasando 11 años,
recién el año pasado la Corte la absolvió por carencia de prueba y mirada sesgada al
imputarla.
El sistema penal no deja solamente sin respuesta y angustia, sino que llega a arruinar
vidas y a terminarlas definitivamente.
Otro ejemplo es el caso de Lucía Pérez, ya que de la manera en que ha trascurrido el
caso (hecho 2016, sentencia 2018, audiencia por recurso aquella 2020 y la sentencia fue
en Agosto de 2020) demuestra que la respuesta es tardía y señalamos que como sociedad
no debemos festejar la tramitación, sino exigir la respuesta justa. En este caso absolvieron
a los imputados también por estereotipos y violencias sexistas sobre Lucia, poniéndola el
famoso lugar de mujer de “carácter fuerte”, etc. En otros casos donde no surgen
femicidios de esto, es donde mas vemos que se genera el “tramite” al que nos referimos,
no dándoles respuestas reales a las personas.
Ahora sí, terminando, hablemos de la reforma judicial imperante en nuestra realidad
actual.
Un sistema que camina al sistema acusatorio, es aquel que no necesita tantos jueces,
secretarios, organizaciones, etc. Llegamos a preguntarnos si es realmente o no una
transformación. Llegar a una justicia del cuidado, implica achicar los poderes judiciales
y ampliar los ámbitos de acceso a la justicia y de resolución de conflicto.
Necesitamos que se miren las decisiones bochornosas y violentas tomadas a lo largo de
todo nuestro país, teniendo necesariamente una mirada federal (aunque desaliente un poco remarcarlo en 2020 con pleno estado de derecho), dejar de pensar que el proceso penal es
el fondo y repensarlo como un fin último, ya que existen cuestiones o instancias anteriores
de resolución que no implican violencia y llevan respuestas efectivas a tragedias reales.
La repuesta no es la creación de más juzgados, sino lo pertinente es una transformación
judicial cierta de estos puntos.
Los sistemas judiciales toman decisiones que tienen impacto, es necesario que separemos
las decisiones del trámite, dejando de festejar este último y empezar a ocuparnos de las
decisiones justas. Y aquí hago una mención personal dejando en claro que, sin decisiones
justas, no hay proceso y no existe estado de derecho.
Que no escape a la atención del lector nuestra principal preocupación, la cual lleva a la
creación de estas instancias. Nos referimos al constante trabajo y lucha por eliminar el
odio y violencias de genero y clasistas, logrando erradicar una justicia aporofóbica y
patriarcal.